77 niños sin madre aprendiendo como nacen los bebes

Entré a la habitación del edificio sin nombre ni dirección
un cubo blanco lleno de puertas invisibles
que por el hecho de ser invisibles no quiere decir que no existan y estén cerradas
que por el hecho de estar cerradas no queire decir que no se puedan abrir
que por el hecho de poderce abrir no quiere decir que den a algun lugar

En el centro del silencio claro de la alcoba había un valde de cristal lleno de sangre
una mancha en el techo de la pared de fuego apagado
brillante, no muy densa que refleja
noté que mi brazo izquierdo tenía una herida que ya no sangraba
y que la sangre del cubo no era tan ajena a mi

Convertí mounstros imaginarios en fantasmas reales
entonces, entró al cuarto, no recuerdo bien su imagen
tenía mis ojos, vestido de negro que contrastaba con su color
se aproximó a mi
toco mis labios con los suyos
fué bueno sentir la calidéz de sus palabras silentes
me di cuenta que no vestia de negro, mostraba colores cálidos
incluso era capáz de convertir azules en verdes y tonos oscuros

Corrí mi rostro, e incapáz de hacer algo (como siempre)
dejé que él mismo buscara un abrazo d emi brazo derecho

Aún no entientiendo bien
pero claro lo dicen los poetas del pasado
está todo hombre conrtandoce las palmas d elas manos
de tanto apretarlas
tambien existe el miedo que sale de lenguaje corporal
de aspirar enamorarce más no enamorar

Y vuelven poetas lejanos a decir que putas hacer
cuando no se tiene más que dientes para abrazar el cuerpo amado

“… atrás ya no estamos,
está el reguero
de cenizas de lo que tal ves
no fuimos…”
Hugo Mujica

Subía las gradillas y siempre estaba ahí, esperando en el salón, sosegado en el piano.
Cuando no llegaba él, llegaba yo, pero siempre alguno de los dos entraba previamente a disfrutar del piano de cola...

No quería morirme sin tocar piano con él, ese día me dijo, Arlen, vístete de negro.
Tocamos piano acompañados de 12 guitarras, siendo nosotros dos el centro del escenario, dentro del público estaba ella y Ella, y otras personas, en la puerta se veían almas afuera que apenas anunciaron nuestros nombres, corrieron a asomarse saludando con una sonrisa en la rostro...

Todo empezaba en afonía, él tocaba un arpegio en el piano, y luego entraba yo... el silencio era demasiado, mi cuerpo temblaba junto al de ella y Ella...
Ellas lloraban, era como si nada en el mundo importaba más que la música que estaba sirviendo.

Me bajé del escenario, hablando con él... mi profesor estaba en la parte trasera, nos dirigimos hacia el,
aun temblaban mis manos, y mi sonrisa no se desvanecía mientras aun escuchaba los aplausos del publico... tal ves ella y Ella aun seguían chocando sus palmas.

Al presentarnos ante él, nos dijo:
- Movieron el alma de más de uno de los del público-
yo sonreí, me cayó y dijo:
- No quiero que muevan el alma de algunos allá afuera, quiero que muevan el alma de todos, que los haga llorar o reír a carcajadas, pero que sientan algo, así sea desespero, no sean mediocres, usted hombre, puede dar más agilidad en esas manos, no le sonría tanto a ella porque esta mujer no se cree que está de pie ante tantos, y más aun que puede enamorarlos sin una sola palabra... usted niña, sea mujer, parece frente a ellos a derrotarlos y luego de que lo hagan, déjelos en su estado normal... no se sirva de sus ojos, ni de su carita de niña linda; úselos pero no esconda con eso lo que puede hacer, solo embellézcalo... 4.8… –
Anotó en su planilla y se fue...
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